miércoles, 27 de abril de 2011

El poder de la palabra






Había una vez un hombre que tenía grandes remordimientos de conciencia por haber estado hablando mal de otro, no podía de dejar de darle vueltas en su cabeza y se sentía culpable de las cosas que había dicho. Como no conseguía ver la manera de solucionarlo, fue a buscar a un conocido Maestro para que le ayudara.
Le contó todo lo que había dicho, y lo mal que se sentía, y le pidió que le dijera cómo podía arreglarlo.
El Maestro le escuchó y cuando por fin terminó toda su exposición cogió un papel, escribió el nombre de unas plantas y se lo dio diciéndole:
-Vete al bosque y tráeme cada una de estas plantas.
Cogió el papel y salió corriendo muy contento a buscar las plantas, pensando que era una solución muy sencilla. Cuando las hubo recogido, regresó a la presencia del Maestro:
-Maestro, aquí están las plantas que me pidió. ¿Queda ya restaurado el mal que he hecho?
El Maestro no le cogió las plantas, sino que le dijo:
-Ahora vete y quema las plantas la próxima luna llena.
Se fue, hizo lo que le mandó y regresó muy contento:
-Maestro, aquí están las cenizas, he quemado las plantas como me dijo. ¿Queda ya restaurado el mal?
Y de nuevo el Maestro le dijo:
-Vete al río y arroja las cenizas..
Se fue hacia el río pensando que ya por fin quedaría zanjado el asunto y que después de todo no había sido tan difícil. Volvió a casa del Maestro y le dijo:
-Maestro, ¡ya está! He tirado las cenizas al río. ¿Queda ya restaurado el mal que he hecho?
-Sólo queda una cosa por hacer, le contestó el Maestro, vuelve al río, recoge las cenizas y me las traes.